Valoraciones de una residencia de mascotas

Lo primero, ya que nuestra mascota no puede hacerlo por si misma, es nuestra obligación  el informarnos correctamente de cómo va a ser el trabajo que se va a realizar con nuestra mascota, dónde va a dormir, que , cuando y cuanto va a comer, sistemas de limpieza, manipulación, etc. y tan sólo dejaremos nuestra mascota si estamos de acuerdo con el mismo.
Lógicamente nunca harán las cosas como nosotros querríamos pero eso no quiere decir que se hagan de modo incorrecto, incluso en muchas ocasiones no estaremos de acuerdo con el profesional, de ser así, no dejaremos el animal con ellos o asumiremos su forma de trabajo, de todos modos, intentemos siempre ser coherentes y racionales, son muchos los propietarios que querrían que hubiera una persona de continuo dentro del chenil de su perro haciéndole compañía para que no estuviera solo (cosa posible por otro lado si el propietario asumiese el coste de dicha disponibilidad) o que se ofuscan cuando el desplazamiento de su mascota se va a hacer en un trasportín (homologado por normativa aérea IATA) y no en el asiento del acompañante, donde “Boby” está acostumbrado, cuesta a veces hacer entrar en razón al propietario de que por higiene, seguridad, o por el motivo que sea se puede realizar el trabajo como el propietario desearía.
Es una difícil elección, debemos de ser conscientes y coherentes con nuestra decisión, no podemos recriminar a la residencia que nuestro perro tiene lesiones oculares o de piel en el caso de alergia al sol, después de un mes en su residencia si el chenil parece un “patio andaluz”, es decir, no está techado y las paredes y suelo son blancos o claros, para eso uno va a ver la residencia precisamente, al igual que si tengo un niño alérgico a los Olmos visito la posible guardería infantil, si en ella hubiera ese tipo de árboles, o no lo dejo o de hacerlo asumo dicho inconveniente, igualmente si al perro le da por comer piedras, es escapista, destructor….
“Que la perra se ha quedado preñada o tiene arañazos” es otra pega que leo o escucho, si se hacen paseos colectivos o si las jaulas no están totalmente techadas, el propietario es quien debe asumir dichas posibilidades, pues son algunas de las posibilidades que conlleva un paseo colectivo o una jaula no techada en su totalidad, 2m de altura de muro no suponen un problema para muchos perros, sobre todo si la “vecina” está en celo, es por este motivo por el que algunas residencias nos oponemos a ambas cosas (jaulas sin techar o paseos colectivos) pese a que lo otro sea más cómodo, rentable o comercial.
Otro de los hechos que debemos de racionalizar es la posibilidad de complicaciones durante o tras la estancia.
Todo lo que supongan cambios y novedad para nuestra mascota va a generar cierto grado de estrés y/o ansiedad, la problemática es inversamente proporcional a la adaptabilidad del individuo, es decir, a mayor adaptabilidad menor probabilidad de complicaciones y viceversa.
Esta depende de la capacidad de nuestra mascota para asumir dichos cambios, si nuestra mascota ha sido educada desde pequeña a llevar bien los cambios de entorno, personas, horarios, etc. su adaptabilidad será mayor y tendremos menos posibilidades de complicaciones durante su estancia, por eso los educadores aconsejamos tanto que eduquemos correctamente a nuestro perro, porque en estas ocasiones también favorece.
Vamos a ponernos en el peor de los casos, el perro que tiene dificultades de adaptación tendrá estrés, ansiedad y esto le llevará a intentar salirse de la jaula, lo que le llevará a hacerse daño o escaparse, también por el estrés tendrá vómitos o gastroenteritis, no comerá o por el contrario lo hará incluso sin masticar y el agotamiento por estrés harán que sus defensas bajen notablemente, por lo que las bacterias, virus de su piel, intestino o ambiente (recordaremos que una residencia es una comunidad de animales provenientes de casas diferentes) que antes no eran problemáticas mientras sus defensas estaban altas, hagan ahora su manifestación.
Las residencias no son burbujas asépticas y acolchadas donde ningún percance pueda ocurrirles, al igual que en la guardería infantil, un día el niño viene con un chichón de un coscorrón con otro niño, otro día con un dedo torcido jugando al baloncesto y el día que le toca, la varicela.

La tenencia de un animal y su cuidado conlleva ciertas posibilidades de riesgo, al igual que en nuestra casa, en sus juegos o paseos le puede picar una avispa, se puede torcer una pata, o puede enfermar, también puede ocurrirle en la residencia (incluso con mayor probabilidad por lo comentado anteriormente), donde se diferencia una buena residencia es en que medidas de prevención disponen y que profesionalidad tienen para solventar un caso dándole la mejor atención a nuestra mascota y en la medida de lo posible sin que nos afecte a nuestras merecidas  y esperadas vacaciones.
Otro de los problemas puede ser la vuelta a casa, al igual que cuando llegó a la residencia, la vuelta a casa puede ser un momento de estrés muy alto, sobre todo por parte de aquellos propietarios que no pueden contener su afecto y sobreexcitan a su perro y lo zarandean y lo llevan al parque y le enseñan lo que le han comprado y lo bañan y toma unas “chucherías” y vienen los vecinos a casa…

Esperamos que os sirva de ayuda y paséis buenas vacaciones.

David Borjabad
Director Técnico
Centro Canino Rukuba