Etología canina

Nota: este artículo fué escrito por David Borjabad (Rukuba) para el especial Educación y Adiestramiento de la revista nacional "El Mundo del Perro" por petición de dicha revista, dicho especial se puede solicitar en cualquier kiosko bajo pedido.

La “etología” es la ciencia que realiza el estudio del comportamiento de una determinada especie, son numerosos y muy conocidos los estudios de los cánidos primitivos en la naturaleza (lobos, chacales…) su introducción en la proximidad con el hombre en diferentes etapas de su vida, hibridaciones con diferentes razas de perros... Toda esta literatura creo que es casi de obligada lectura para los profesionales del comportamiento canino, pero la etología no debe quedar aquí, sino que existe o debe existir para comprender los comportamientos actuales desde su base más arcaica.

Debemos ser conscientes de que el concepto del perro y su uso ha ido cambiando a lo largo de las décadas, raro es el P.A. que conoce lo que es el ganado, tanto como el Yorkshire Terrier que aún caza ratas, antes los perros eran más funcionales y vivían en su lugar de trabajo, fincas, patios, establos, caniles… y la mayor parte del tiempo realizaban las tareas para las que durante generaciones habían sido seleccionados , pero hoy, la principal motivación con la que adquirimos nuestro perro es la compañía, lo que hace que en la mayoría de las ocasiones los propietarios tengan un único perro, que convivan con otras especies que generaciones atrás predaban (gatos, aves, conejos…) y que la relación con el perro sea más que laboral, de convivencia, lo cual es sin duda la más difícil de las relaciones, sin duda, un gran cambio para el perro.

Esto genera unas variaciones en el entorno y en la finalidad del perro que los profesionales del sector y los futuros propietarios debiéramos tener en cuenta desde la selección de los reproductores, hasta el adiestramiento, pasando por la crianza y educación para que, el fin que los futuros propietarios buscan en su perro se cumpla, y la vida de nuestro mejor amigo sea la óptima.

Quizás es el “exceso” de proximidad del perro con el hombre en nuestra cultura no juegue a nuestro favor pues nos hace pensar que conocemos al perro, sabemos que puede vivir con nosotros, que puede respetar nuestros muebles y que hay que sacarlo a la calle a que haga sus necesidades, pero no sabemos como llegar a estos objetivos, no sabemos en que momento debemos separarlo de la madre, ni como enseñarle esos procesos educativos, es más, creemos que los perros “de serie”, por el mero hecho de ser perros ya deben saberlo, quien crea que los perros van a los periódicos o a la calle como los gatos a la arena, será muy poco respetuoso con su perro. Son casi diarias las llamadas que los profesionales recibimos como “es que mi perro ladra”, “es que tiene seis meses y se hace sus necesidades en casa…” como si fuese algo sorprendente y atípico como si te dijeran algo como “mi perro ha puesto un huevo” o “me ha dicho ¡hola!”.

Bajo mi punto de vista el objetivo de la etología canina aplicada es el crear cierta empatía entre el humano (ya sea profesional o particular) y el perro.

La empatía es la actitud de “ponerse en el lugar del otro” para poder comprenderle mejor, creo que esta es la opción más bonita y fructífera de posicionar la etología canina al humano.

Para evitar el fenómeno que antes mencionaba como “exceso de proximidad” voy a poner unos ejemplos no relacionados con el perro.

Podemos ver a unos jinetes realizando una excursión a caballo, un loro montando en bicicleta en un show de zoológico o un halcón que volando libre acude a la llamada de su cetrero, todo esto sucede con tal facilidad que parece natural, cuando en realidad, en la naturaleza, estos animales no querrían el contacto con nosotros.

Esto le sucede igualmente al perro, los perros que conocemos como “cimarrones” los cuales se han asalvajado tras vivir en la naturaleza o haber nacido en ella, nos ofrecen la posibilidad de reconocer sus tendencias más naturales: relacionarse sólo con sus congéneres, comer cadáveres y heces, cazar, reproducirse, hacer sus necesidades dónde y cuando le place mejor, comer hierbajos, hacer agujeros, morder ramas, esconder comida…, todo esto y más son los comportamientos predominantes en el perro, están arraigadas en su condición “de perro” por lo que existe la tendencia a los mismos, es su base natural.

Por lo que nuestro perro, del mismo modo que si metemos una cabra a nuestra casa tenderá a comerse nuestras plantas y a subirse a los lugares más altos, el perro tenderá a hacernos agujeros en el jardín, mordisquear nuestros muebles a hacer pis y caca dónde y cuando “su criterio” le pida, etc. por su simple condición de perro.

Sirva estas inusuales comparaciones para que el propietario y profesional entiendan la naturaleza del perro pues son demasiados los que por falta de conocimientos “ajustician” y exigen que el perro modifique estas conductas o exigen otras alternativas sin haberlas enseñado previamente por “darlas por sabidas en todo perro” y es como el que nos presiona al levantar un tabique o pintar un cuadro sin habernos enseñado previamente, aunque sean “cosas de humanos” y “podamos hacerlas” no quiere decir que sepamos hacerlas por “ciencia infusa” se requiere de un previo aprendizaje, desde cosas tan sencillas como el hablar, el leer y escribir, que tan básicas y típicas al humano son y también nos requiere un período de aprendizaje.
Poniéndonos en situaciones similares, conseguimos un estado emocional más próximo al del perro, de esta forma logramos que el propietario entienda la situación como lo hace el perro, a esto lo llamo “pensar en perro” o etología empática. Se trata también en cierto modo de hacer comparaciones donde el propietario pierda esa sensación de que el perro va en A.M. y el dueño en F.M., se trata de aproximar emociones del mismo modo como  “para tu perro la pelota es como para ti la pesca “ el propietario ahora entiende porqué su amigo piensa en la pelota siempre que tiene la oportunidad.

Cuando el propietario dice “no siempre me respeta las normas”, y lo dice no entendiendo porqué no ocurre su deseo, una contestación como “entiendo por esto, que tú siempre las cumples, y por ello, que por ejemplo, siempre respetas los límites de velocidad cuando conduces”, una frase así hace que el propietario se pare a pensar y saque entre todas las conclusiones positivas posibles, que no son tan distintos en algunos aspectos, generamos un paralelismo, el dueño observa que su vida también está sujeta a normas. y que en ocasiones, el tiene las mismas reacciones que su perro, a partir de aquí, de esta base de entendimiento del perro, es más fructífera y justa toda intención de educar, enseñar, adiestrar o corregir cualquier comportamiento en nuestro amigo.

Lógicamente un perro “natural” no puede vivir en una sociedad humana, por lo que requiere de un aprendizaje de conductas o derivación de las naturales para que sea en vez de un simple animal un excelente animal de compañía. Este proceso por el cual conseguimos que nuestro perro no se suba al sofá, respete el mobiliario, nuestra comida, que haga “sus cositas” en su sitio y a su hora… es lo que llamamos educación canina, este proceso siempre debiera ser supervisado por un profesional experto pues anulamos o derivamos la naturaleza del perro, lo que supone un riesgo para la psique, sirva por ejemplo que una relación tardía del cachorro con el humano será dificultosa y excesivamente temprana y única generará una confusión con nuestra especie considerándose de la nuestra, lo que traerá también sus conflictos, por ejemplo, cuando el perro tiene necesidades de apareamiento, cuando intente someter a alguno de sus miembros o tendrá problemas para relacionarse con otros perros al considerarlos una especie extraña.

Una vez entendido que el perro tiene unas necesidades en base a su naturaleza, tenemos que entender que cada raza o las diversas “familias” de razas tienen algunas virtudes más exageradas, lo que en función de quien sea el propietario a veces no siempre es una ventaja, por ejemplo, ese perro incansable y deseoso de trabajar será una joya para ese pastor o deportista canino (agility, canicross, rci…) pero un incordio para ese propietario que o no tiene o no quiere dedicarle el tiempo y la actividad que su perro necesita, cuando esa frustración y acumulación de energía no deriva en una buena conducta es cuando oímos: “oiga mi perro tiene un problema”, es la etología empática lo que le demostrará al dueño a diferenciar la manifestación observada de lo que realmente la origina y a entender que el problema lo tiene hace tiempo, incluso que el problema real en ocasiones es el mismo propietario.

Por tanto, la etología no es sólo como muchos la recuerdan, como aquellos  antiguos estudios de los cánidos, sino también el estudio del “perro moderno” sus posibilidades de adaptación, sistemas de crianza, tipologías sociales en las que vive, recursos de relación social, inconvenientes de nuestra sociedad para el perro, etc. y también, que facilite la posibilidad de comprenderlo por nuestra parte, pues es imprescindible que los propietarios seamos conscientes de que introducimos a nuestro perro en un sistema social totalmente artificial para él, y que a su vez, le es muy exigente y cambiante desde su llegada, para disfrutarlo, antes hay que comprenderlo.

David Borjabad
Centro Canino Rukuba
www.rukuba.es